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Opinión

“Moteros Solidarios” = pasión y ayuda al prójimo

De muy reciente formación es la Agrupación “Moteros Solidarios de Olavarría”, una conjunción de amantes de las motos, que comanda el señor Gustavo Gorosito, y un espíritu benéfico hacia instituciones o personas que requieran de una mano dispuesta.

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De muy reciente formación es la Agrupación “Moteros Solidarios de Olavarría”, una conjunción de amantes de las motos, que comanda el señor Gustavo Gorosito, y un espíritu benéfico hacia instituciones o personas que requieran de una mano dispuesta.

Justamente, el domingo 23, desde el mediodía, harán su debut público en un evento comunitario que organiza “Sumando Sonrisas” en calle Fassina 2.276, barrio “Sarmiento Norte”. Para adentrarnos en la Agrupación y saber más de ellos, compartimos la nota inicial con Gorosito.

¿Por qué aparece esta nueva asociación? “El grupo se armó hace quince días. Por razones laborales, no lo había logrado hacer antes. Ahora puedo trabajar por mi cuenta y empecé a cristalizar esta idea. Antes de arrancar, ya tenía yo en la mente lo que iba a hacer. Ya somos veinte moteros, con apenas quince días, como te decía. El fin de esto es SER SOLIDARIOS en primer lugar y que haya TANSPARENCIA ni bien arrancamos, con plena transparencia insisto para con la sociedad. Nuestro propósito es ayudar a los necesitados y nos consideramos pioneros en esto, siendo moteros”.

¿Está abierta la puerta para alguien más que se quiera sumar? “Sí. Nosotros estamos redactando un Estatuto, para que la persona que entre al grupo, trabaje con las ideas que ya ponemos nosotros, con diez puntos esenciales estatutarios. Te comento los tres principales. Primero: familia; Segundo: trabajo y Tercero: la pasión motera y la decisión firme de colaborar. Queremos por ende, llegar al más humilde. Pero a su vez, el laburo lo vamos a hacer nosotros mismos. Quiere decir que nosotros, entre todos, coordinaremos y estaremos con aquél que más necesite. Ya empezamos a juntar ropa en mi casa. Se está uniendo al grupo gente muy buena, con ganas de ser solidaria”.




Más allá de estos preceptos mencionados, ¿existen otros requisitos? “Como Agrupación, no discriminamos ninguna moto. Si tiene el corazón abierto quien la maneja, puede venir cualquier moto. Un “pistero”, o un albañil que se compró una Zanella 50, también puede participar. No le cerramos el ingreso a nadie; siempre que sea solidario. No hay tampoco límites de edad. Hoy está Jorgito que tiene 71 años y hay chicos de 18 o 20 años. En este grupo hay dos penitenciarios, tres policías. Tenemos también chicas de Chillar y de Azul. Dos personas de Quilmes, Teresa y Pepe. También se adhirió un muchacho de Rosario. Hay además un odontólogo y tenemos una madrina, María Rosa Dávila,  que es de Buenos Aires. Y se ha incorporado recientemente, el amigo Belsito, de “Huella Pampa”.

¿Cómo van a ensamblar la actividad del motero propiamente dicha y la veta solidaria? “Vamos a contar con un calendario anual de eventos: para el Día del Niño, para Reyes, Pascuas y Papá Noel. Para el Día del Niño, iremos a hablar con el señor Director del Hospital de Pediatría para poder llevarles juguetes y caramelos a los pequeños internados en esa jornada. Iremos con las motos y le sacaremos sin dudas una sonrisa a esos niños”.

¿Empero, las motos se pondrán en movimiento este domingo, ya que ustedes van a ir al barrio “Sarmiento Norte”? Me comuniqué esta semana con Andrea Coronel, de “Sumando Sonrisas”, a quien conozco desde hace tiempo, así que acordamos que haremos una linda caravana de motos y autos de nuestros familiares este domingo. Allí, en Fassina 2.276, van a dar de almorzar a treinta chicos y nosotros obsequiaremos treinta huevos de pascuas. Entregaremos además ropa. Y los niños se podrán sacar fotos con las motos y pasar una tarde distinta y muy agradable.

Para redondear esta primera nota, ¿qué punto de contacto poseen ustedes? “Estamos armando “el parche” y la página, con el “Rafa” Camplone. Ni bien la completemos, ya estará a disposición de todos”.

Por Mario Delgado.-




Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho